El principal peligro de este producto radica en que, en estado caliente, el pan literalmente se apelmaza en el estómago, y el jugo gástrico tiene muchas dificultades para procesarlo.
Por eso aumenta la acidez en el sistema digestivo y comienzan molestias y dolores abdominales.
También es importante recordar que el pan recién sacado del horno aún no se considera completamente listo: todos los procesos en su interior finalizan solo después de enfriarse a temperatura ambiente.
Por lo tanto, por muy apetecible que resulte el pan caliente y recién hecho, es mejor y más saludable elegir pan ya enfriado.
